Ella la madre De rayos inmensos tú pecho exhalando Inhalando bondades extremas. Radiante más que soles y lunas. Hermosa criatura elegida, no eres cualquier cosa, no. Para nada; no. Más que cielos estrellados y que ver ponerse las auroras, eres tú, la que llevas la vida en tu cintura, cual diadema que honra tu serena faz . ¿Porque? Porque allí, llevas nada más ni menos que al divino ser, y al divino hacer. En ti, la plenitud del Padre, se hizo posible, más de ello no te ufana s, tan solo para dar tu mano firme; dando un sí, definitivo al omnipotente. En ti, en ti, en ti, la vertical mirada surgeee, como estandarte del único. ¡Del único! En tu talle de límpido anhelo, anheló Él, tener morada. La eterna morada, y eso, es más muchísimo más , que un bastón. Entre las ramas verdes, verdes del oloroso olivo se saciaran de frutos los colmenares , los campos y ciudades todas ¡Vaya ! Un requerimiento